martes, 30 de septiembre de 2014

Percepción de la policía: ¿ Y ahora quién podrá defendernos?



La figura de la policía  parece sufrir una percepción desfavorable debido a denuncias de abuso  de autoridad y posibles casos de corrupción.

 Los llamados falsos positivos, actos en los que  ha sido envuelto primordialmente  el ejército,  también  vinculan a miembros de la Policía Nacional.
 Aunque este delito  salió a  la luz pública en el año 2008  por el caso de los desaparecidos en Soacha encontrados muertos en Santander, este fenómeno tiene rastros desde principio de la década de los 80.

En el año 2011 La periodista Mary Luz Avendaño, denunció la coexistencia de policías con bandas criminales en Medellín(ver más).

 Esto fue negado por la Institución y le costó a la periodista salir del país durante unos años debido a las amenzas que en ese entonces recibió.  




CRONICA


Mi amigo el expolicía. Tras el origen de los falsos positivos.

-Entonces, para ser policía sólo se necesitaba una foto tamaño cédula y ser bruto. Bromea Leonardo,  quien  hacia los ochentas vivió, gozó, sufrió y terminó su carrera como agente de policía.
El curso no tenía ningún costo, solo se debía llevar la propia dotación. En Medellín había dos escuelas de policía, la Carlos E. Restrepo y la Carlos Holguín. Ambas tenían una especialidad diferente.  En la primera la especialidad era la policía de vigilancia  y su preparación era específicamente para el área urbana. Allí había estudiado Martín, el hermano gemelo de Leonardo. Al  contrario, él realizó el curso en la Carlos Holguín y se graduó como agente profesional con especialidad carabinero.  Este grupo se llamaba GOES (Grupo de  Operaciones Especiales de Seguridad) que eran los encargados de reforzar la seguridad de los comandos de policía del departamento. Eran expertos en caballos, sabían herrarlos, ensillarlos y por supuesto montarlos a la perfección pues su labor en gran parte era cuidar los corregimientos y  veredas. Por esa razón él conoce  casi toda Antioquia. 
La única vez que Leonardo trabajó  en la ciudad, fue un mes  cuando vino el Papa Juan pablo II en el 86. Lo enviaron  de comisión como refuerzo  a la Policía Metropolitana. Aunque en  Medellín para esa época ya se había iniciado la guerra contra el narcotráfico, la policía era muy respetada. En cambio en los pueblos,  muchas veces no se podía salir ni al marco de la plaza porque  la guerrilla los recibía a plomo.

-       Tálvez si  hubiera hecho el curso en la Carlos E. Restrepo, nunca me hubiera retirado de la policía. Recuerda con cierta nostalgia. Aunque una vez en una charla de amigos,  me confesó que él no tendría mucho futuro en la  policía porque para progresar allí, habría que terminar torciéndose o  como su hermano Walter, muerto.
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A los cinco meses de graduarse de la escuela, su grupo se dirigía a  Támesis en  el suroeste de Antioquia.  Iban en una traveleta de doble cabina  al paso por Río frio,  vereda a 13 kilómetros del municipio. Hacia un lado  de la carretera  se veía  una espesa vegetación y al otro un hermoso valle. Él iba atrás  en el volco donde cada uno de ellos iba de espaldas de otro de sus compañeros, cuando empezaron  las ráfagas a diestra y siniestra. Finalmente tras  varias horas de emboscada, resultaron  dos muertos dentro de su grupo. Uno de ellos  era Guzmán, un joven que Leo admiraba. Era huérfano porque sus padres habían muerto en un accidente de tránsito. Antes de entrar a la policía, vendía  El Colombiano y manzanas en el centro  para mantener a la abuela y sus hermanos pequeños.
 Ese fue el primer  ataque que le tocó a Leonardo.
 Así  era la vida de este grupo de trabajo, igual que la del misionero que a  la orden de un superior, debe estar dispuesto a coger sus cosas y cumplir su labor en cualquier otro lugar.
Así durante varios años desempeñó sus labores al servicio de la policía. en su memoria, permanecen  intactos los casos en los que fueron asaltados por la guerrilla. El de Río frío, el de El Bagre, El de Anorí y el de Argelia.
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 Hablando de  la segunda  de aquellas embestidas, sale a flote un hecho que desvirtúa por completo el mito de que los falsos positivos son producto del gobierno de Álvaro Uribe Vélez, simplemente porque en el 2008 fue conocido el primero de los escándalos en los que varios miembros del ejército asesinaron en Soacha-Cundinamarca  y Ciudad Bolívar- Bogotá, a civiles que hicieron pasar  por guerrilleros.
Leonardo estaba de comisión en El Bagre, Bajo Cauca antioqueño. La comandancia no quedaba en el parque porque el pueblo ni siquiera tenía parque. Sus calles eran destapadas y las casas eran de madera y de zinc. Cuando el río Nechí se desbordaba, sus habitantes se desplazaban en chalupa. En la iglesia, que era como una gran bodega, las bancas tuvieron que ser retiradas y las personas entraban a escuchar la misa en barquitas de madera.   Pese a todo esto, El Bagre no era un municipio pobre porque la ganadería y sobre todo la minería eran fuente de un progreso que los pobladores despilfarraban  en  vicios.
 Mineros de Antioquia ha sido considerada la empresa productora de oro más importante del país y mucha gente de la región trabajaba allí. En julio del 1985, Leonardo y su grupo  llevaban un poco más de tres semanas en El Bagre. Era invierno, el pueblo estaba inundado, el comando  era como un extenso salón anegado, los agentes debían dormir de a dos en la cama de arriba de los camarotes. El 20 de julio, dos meses después de la fundación de la Unión Patriótica, en El Bagre  si hizo una  manifestación  para dar a conocer públicamente el grupo como un movimiento político. Esta fue una oportunidad que la guerrilla (no se sabe de cual denominación) aprovechó para atacar a la población y la fuerza pública.
La estación de policía quedaba detrás  de las oficinas de la compañía minera. El uniforme de los vigilantes de esa compañía era un pantalón vino tinto y una camisa beige. En medio de ese ataque guerrillero, un vigilante murió asesinado  Ahora Leonardo  lo niega pero en cierta ocasión, en otra de tantas  charlas espontáneas, el me contó que a ese vigilante le dispararon dos de sus compañeros. Todos les decían que no lo hicieran, que vieran que era sólo un guarda de seguridad, pero esos dos eran enfermos por halar el gatillo. Al día siguiente, el  cuerpo  del empleado de la compañía minera fue hallado  con un  uniforme de policía. De esa manera tengo la prueba de que los falsos positivos son casi tan viejos como la policía o el ejército mismos.
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Anorí, al nordeste, era uno de los municipios donde había más accionar guerrillero. La policía no era muy aceptada. Era muy difícil trabajar allí porque sus pobladores respaldaban más a la subversión que a la fuerza pública. Sin embargo, eran  respetados porque todo el mundo sabía que  al GOES no le temblaba la mano para hacer valer su autoridad. Ahora Leonardo se hincha de orgullo al mencionar que  haber pertenecido al GOES  fue un honor porque cualquiera no entraba a este grupo. Allí, tuvo   el tercer ataque de la guerrilla, mas ese no fue el hecho importante en  su vida como policía.
El sábado 17 de enero  de 1987, Walter  su hermano menor quien llevaba poco menos de dos años en la policía, lo llamó  como casi todas las semanas  a eso del medio día. Fue una conversación en la que quedaban en planes para él visitarlo  en Anorí. Un diálogo normal, a diferencia de que era la última vez que hablarían porque  luego de su  turno, cerca de las  7 de la noche, a Walter lo asesinaron en una esquina de Manrique Oriental.
Tres días antes, la guerrilla  urbana asaltó la sede de la Caja Agraria en Manrique. Hubo una fuerte detonación pero el gran robo fue frustrado por quienes estaban a cargo de ese operativo.  Tras la captura, surgió un negocio en el que los guerrilleros saldrían libres y los policías recibirían una jugosa suma de dinero. Walter fue el único que no aceptó el soborno y por eso tenía que morir.
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En Argelia como en casi todos los pueblos, la estación de policía estaba  en la plaza, cerca a la alcaldía. El parque quedaba en una pendiente y  como característico del oriente antioqueño; un clima  frío. El pueblo era organizado, limpio, sus pobladores  calmados y muy religiosos.
Como el más joven del grupo, Leonardo a donde llegaba encontraba quien se interesara en él. En Argelia no fue la excepción; la secretaria de la alcaldía y la bibliotecaria del pueblo no se medían en regalarle frutas, chocolates, o credenciales. A nada de eso él le prestaba atención porque ya no pensaba sino en retirarse de la policía. Constantemente se ofrecía para hacer guardia en la terraza de la estación. Se llevaba una grabadora, ponía casetes de rock en español y de Diango, que era el cantante preferido de  Walter. Podía pasar  noches enteras llorando en la azotea de la estación.
Una de  esas desoladoras noches, los asaltó la insurgencia. Ellos no avisaban, iban llegando y al que encontraban  lo mataban o se lo llevaban. Atrincherados,  tras cerca de una hora de intercambio de  disparos, dos de los 14 agentes murieron. Así vivió Leonardo el  cuarto y último ataque de la guerrilla.
Un año después, en octubre de 1989, estando en Don Matías, al norte del departamento,  él obtuvo  su retiro voluntario de la institución.
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Después de lo de su hermano, para Leonardo perdió todo sentido su trabajo porque  aunque su labor consistiera en arriesgar la vida todos los días, no valía la pena perderla  por ser honesto.
Ahí es  donde tienen origen nuestras discusiones. Descubrir si antes había más corrupción en la policía que ahora. Él insiste que antes, porque entonces no existían los beneficios que ahora y la paga era ridícula. Ellos tenían que meterse en lo que fuera para conseguir un poco más. En cambio ahora, según  él, no es necesario  hacer nada malo en la policía porque el sueldo y demás condiciones son inmejorables. Yo digo que ahora; por las cosas que a diario se rumoran sobre los delitos que muchos de ellos cometen.  Es un secreto a voces que en la policía hay más de una naranja podrida.
Él me pregunta el porqué mi odio por su antigua institución. Yo le respondo que no es nada personal sino que  creo que en la policía muchos hacen lo contrario a su verdadera función que es proteger a la sociedad civil. Es el mismo sentimiento que tengo hacia pederastia en la iglesia, al tráfico de niños en Bienestar Familiar o a la corrupción en los políticos.
-       Sí, tienes razón. Me dice.


Abuso de autoridad


En Colombia hay casos concretos de exceso de fuerza por parte de la policía, tanto hacia civiles como a medios de comunicación. Durante el paro agrario del 2013 la actuación de la policía fue duramente cuestionada. En redes sociales circularon diferentes vídeos y fotografías que registraron atropellos haciendo que el Congreso citara a un debate de control político al Gobierno Nacional, y la Policía, por los presuntos abusos.
 El primero de mayo de 2014,Dia del Trabajo, el periodista de El Colombiano Esteban Vanegas  fue víctima de abuso por parte de la Policía de Medellín.









En la emisión del lunes 22 de septiembre de 2014 de la Emisora Cultural  de la Universidad de Antioquia, se emitió la entrevista del estudiante Juan Manuel Flórez al reportero gráfico Esteban Vanegas






Encuesta de Favorabilidad






Según  una encuesta hecha por la firma Gallup, publicada en el periódico El Colombiano el  pasado 9 de septiembre sobre la confianza en las instituciones, la favorabilidad de la Policía es baja, aunque por encima de entidades como el Congreso y los Partidos Políticos.



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