viernes, 2 de diciembre de 2016

Teatrocracia: un buen espectáculo es posible



Es ineludible tener que reconocer que la dinámica política actual está mudando considerablemente en gran medida  por el advenimiento de la nueva era digital.
Los análisis de los recientes hechos electorales en el mundo que contradijeron las encuestas, reflejan un descontento frente a la política tradicional pero se han convertido en el resultado de una excelente utilización de los medios para manipular a través del lenguaje.
 A lo largo del semestre me propuse hacer un seguimiento de las posturas de los ciudadanos, especialmente en facebook, sobre el plebiscito y posteriormente las negociaciones con los representantes del NO y lo denominado el post acuerdo.
Se puede llegar a un análisis que resulta no de posiciones personales sino de lo encontrado  a medida  de lo que en el país se ha ido  desarrollando.




El 5 de octubre  Juan Carlos Vélez, entonces director de la campaña del NO, reveló  al diario La República, la estrategia:
“Descubrimos el poder viral de las redes sociales. Por ejemplo, en una visita a Apartadó, Antioquia, un concejal me pasó una imagen de Santos y ‘Timochenko’ con un mensaje de por qué se le iba a dar dinero a los guerrilleros si el país estaba en la olla. Yo la publiqué en mi Facebook y al sábado pasado tenía 130.000 compartidos con  un alcance de seis millones de personas.
Hicimos una etapa inicial de reactivar toda la estructura del Centro Democrático en las regiones repartiendo volantes en las ciudades. Unos estrategas de Panamá y Brasil nos dijeron que la estrategia  era dejar de explicar los acuerdos para centrar el mensaje en la indignación. En emisoras de estratos medios y altos nos basamos en la no impunidad, la elegibilidad y la reforma tributaria, mientras en las emisoras de estratos bajos nos enfocamos en subsidios. En cuanto al segmento en cada región utilizamos sus respectivos acentos.  En la Costa individualizamos  el mensaje de que nos íbamos a convertir en Venezuela.  Y aquí el No ganó sin pagar un peso. En ocho municipios del Cauca pasamos propaganda  por radio la noche del sábado centrada en víctimas”.






 Causó sorpresa   en el país el resultado pero  por los los intereses económicos y las ambiciones políticas, a la luz  la luz de lo ideado por el Centro Democrático, no era tan impensable ese desenlace. Recurrir a un sentimiento de indignación y a una estrategia de comunicación realmente poco innovadora  pero contundente en este  sentido  se apega fielmente a lo  citado  por Castells de  Lakoof “ sostiene , apoyándose en estudios electorales que la mayoría de la gente no vota por sus interés , sino en función de su identidad. Los ciudadanos votan ´según su identidad, sobre la base de quiénes son, de qué valores tienen y a quién y a qué  admiran´. Los estereotipos culturales  y morales son los que más directamente enmarcan  el voto por afinidad o por rechazo”1




Al indicar que fue una estrategia poco innovadora se hace  referencia a un modelo de propaganda política exitoso de  la Alemania Nazi entre 1933 y 1945 en la que se emplearon los medios de comunicación de entonces.  Armando López Upegui, magíster en ciencias políticas e historiador, menciona que Paul Joseph Goebbels ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich  descubrió que el manejo de la propaganda había que hacerlo utilizando pequeñas afirmaciones que no implicaran profunda reflexión, afirmaciones que sin ser propiamente verdaderas, pasando de  boca en boca, adquirían  un carácter de verdad.
Entonces, el medio de comunicación predominante era la radio actualmente con las televisión y los medio digitales la capacidad de penetración es enorme y,como le he mencionado anteriormente,hay un sistema de lenguajes y comunicación de la política aparentemente ha retrocedido de tal manera que hace ver que el sistema democrático, se vea ahora desprovisto de tal profundidad, en parte, gracias a la mediatización de la política. Ya no es el mundo de los políticos aquel lleno de discursos elaborados sobre economía y sociedad sino que parecen un capítulo más del show de turno. o la alocución del líder que se autoproclama como ese padre  castigador pero que busca el bien de sus hijos desamparados.




Sin duda alguna, caso del Brexit, el NO de Colombia y el de Trump, son hechos que comparten similitudes. En mayor proporción, la ciudadanía no es crítica y analítica, Máximo si viene  envuelto en un medio que no le exige precisamente detenerse a reflexionar y si esa verdad disfrazada es emitida por quien es considerado como ese padre estricto.


López Upegui considera que estos son signos de los tiempos y la demostración de una sociedad desprovista de cierta madurez política. Se puede aseverar que el modelo de democracia contemporáneo es parecido a lo que Platón llamara Teatrocracia. “El político debe también ser actor, pero nunca debe ser sólo un actor político. La sociedad mediática convirtió la política en espectáculo. Lo que era accesorio, ahora es lo fundamental. Vivimos en una teatrocracia. La política como tragedia, drama o comedia. El pueblo aplaude cada acto; y cuando cae el telón, todo queda oscuro” 2


 Sin embargo, esta vez no me quedaré en enunciar el problema. Trataré de encontrar explicaciones a tal fenómeno y  por supuesto, alguna salida.


 Héctor Abad Faciolince publicó en El Espectador, dos días después del plebiscito, una columna muy esclarecedora frente al tema. Allí enuncia que la razón por la que haya un fenómeno mundial en el que predomina lo superficial:
“ En Colombia, como en el mundo entero, la lucha democrática se juega entre una clase política vieja y cansada (bastante sensata, tan corrupta como siempre y desprestigiada por decenios de feroz crítica nuestra, de los “intelectuales”) contra otra clase política menos sensata, más corrupta que la tradicional, pero cargada de eslóganes y payasadas populistas. El populismo, la demagogia vulgar, ha arrasado en todo el mundo. Berlusconi fue el prólogo, porque en Italia son los magos del “trending topic” y se inventan todo antes. Vinieron Chávez, Putin, Uribe, Ortega. ¿Vendrán Trump y Le Pen? Quizá. Todos son demagogos perfectos, cleptócratas que denuncian a la vieja cleptocracia”.3



 Frente a un diagnóstico desalentador ante al futuro de la política y por ende, de toda la sociedad, ¿Hay alguna salida?.
Hay un concepto poco estudiado a nivel mundial pero  desarrollada mayormente  España:La tecnopolítica.
Personalmente, encontrarse en estos tiempos frente a los hechos mencionados  a quienes están  llevando la política por un camino completamente diferente, equivale a un bálsamo.
 Antoni Gutiérrez-Rubí, asesor de comunicación, consultor político y escritor, expone la manera como el partido político  español Podemos, y otros ejemplos en el mundo, utilizan plataformas tecnológicas para crear audiencias, invitar a debatir, conversar y finalmente,decidir.
Cabe mencionar que el término tecnopolítica hace énfasis en explicar que es una nueva forma, y exitosa por cierto, de hacer política puesto que es mucho más visible para los ciudadanos que cada vez  quieren tener más opciones de incidir en sus propios pueblos.
En palabras de Gutiérrez-Rubí  «una de las claves de por qué la tecnopolítica puede ser un factor de renovación política extraordinaria no radica sólo en la potencia tecnológica para hacer posible y más fácil la participación y la deliberación a gran escala, sino por la capacidad de reconvertir a los militantes, simpatizantes o votantes en activistas».
En este espacio denominado tecnopolítica  está claro que la opinión pública es donde reposa el poder y el control.
Como lo expresa el periodista Ignacio Escolar a quien Gutiérrez -Rubí le pidió que realizara el prólogo de su libro llamado de la misma manera Tecnopolítica, se enfatiza en la manera como la política es atravesada por el advenimiento de la nuevas tecnologías y “ nos sorprenderán en los próximos años están revolucionando para siempre la manera de relacionarnos, de organizarnos, de movilizarnos, de gobernarnos, de informarnos y de manipularnos. Y la política, en cierto modo, es una mezcla de todas esas cosas”.




En conclusión, gracias a las plataformas digitales, no se puede evitar que las decisiones que afecten  todo el país sea lo más parecido a una obra de teatro. las mismas herramientas o plataformas que se usan para desinformar y engañar pueden emplearse para crear  formas diferentes  para que la misma sociedad construya  y decida. Podrá ser un factor de renovación política   que podrá equivaler  a que los asistentes sean parte del mismo show.


1 http://www.lanacion.cl/noticias/site/artic/20051003/pags/20051003193001.html

2 http://www.diariolibre.com/opinion/la-teatrocracia-2-DODL356317
3.http://www.elespectador.com/opinion/explicar-el-fracaso-el-analisis-de-hector-abad-sobre-el-articulo-658417
4 http://www.gutierrez-rubi.es/tecnopolitica/