domingo, 11 de junio de 2017

El beso de las hienas: Una perspectiva sobre el abuso sexual en Colombia


Walter.



El 4 de diciembre de 2016 Colombia se estremeció por la noticia del atroz secuestro, violación, tortura y asesinato de Yuliana Andea Samboní, una niña de 7 años que vivía en un barrio de invasión de Bogotá, desplazada de la vereda el Tambo, del municipio de Bolívar, Cauca.
Como Yuliana puede ser Sofía, Samuel, Nicolás, Valentina, Sara, Jerónimo, David, Mariana, Estefanía, Mateo, Tatiana, Juliana, Karina, Sebastián, Andrés, Carolina, Xiomara, Felipe, Natalia, Catalina, Juan José, Julián, Samanta, Angélica, Juan Pablo, Isabella, Emiliano, Cristian, Katherine, Dayana, Daniel, Victoria, Esteban, Manuel, Jonatan, Luciana, Alejandro, Simón, Andrea, Juanita, Melisa, Miguel Ángel (…) Solo nombres, pero puede ser el de un nieto, un hijo, un sobrino, un hermanito, o un  niño que justo ahora está expuesto a que un adulto invada su sexualidad causándole lesiones físicas y emocionales de por vida.
El fenómeno del abuso sexual a menores es como una olla a presión que en algún momento iba a estallar y lo hizo con el caso de Yuliana. Ahora se habla más de algo que la sociedad sabe desde hace mucho tiempo


-En Colombia han están creciendo los casos de abusadores de menores- dicen muchos.
José Andrés Oliveros Fiscal Seccional adscrito al CAIVAS (Centro de Atención Integral a Víctimas de Abuso Sexual) en dialogo informal en la sede de la Institución, ubicada en el sector de San Diego, considera que no han aumentado. Según su percepción: siempre ha existido este flagelo en similares proporciones, sino que, con la implementación de los mecanismos de atención, de investigación y judicialización como con las campañas de prevención locales y nacionales, las personas cada vez más se enteran de los mecanismos diseñados por el Estado. Agrega que dichas campañas van dirigidas a que la gente tenga conciencia de que el abuso sexual es un hecho que afecta la dignidad de niños y adolescentes y de concientizar a los adultos en que no deben irrumpir en la formación sexual de los menores y afectar su salud física, sicológica, mental y social.


Según un informe del Instituto de Medicina Legal denominado: Exámenes médico legales por presunto delito sexual. Colombia, 2015, La violencia sexual viene en aumento desde el año 2013, el aumento en el número de casos puede tratarse de un incremento en las denuncias mas no en los casos sucedidos y verse influenciado por la percepción de las víctimas a un acceso a la justicia más eficaz y a la implementación de modelos de atención más accesibles
Actualmente hay más denuncias, el tema se visibiliza más. Es positivo para una sociedad que hable más del tema puesto que Según Barney y Céspedes en su artículo: Abuso sexual infantil de la revista del Colegio Colombiano del Administrador Público, Año 5 módulo 3, “El abuso sexual constituye una de las principales causas de maltrato infantil, que, por sus implicaciones sobre la dignidad de la persona, la genealogía familiar, los efectos morales, sociales y psicológicos merecen un estudio aparte”

¿Quién empieza? La historia de Walter

Don Matías, Antioquia. Un municipio ubicado a 50 kilómetros del norte de Medellín. Una localidad de temperatura de 19° C. Su actividad económica se basa en la agricultura, la ganadería lechera, pero es eminentemente textil gracias a las cerca de 100 fábricas de confecciones que allí funcionan.
Vuelvo a la población después de un año. Llueve, como todas las veces que he visitado el lugar. Aun así, hace un frío benévolo, soportable.14 ó 15 grados.  Mientras espero en el parque, con paraguas en mano, observo la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, contemplo las dos torres y su estructura neogótica, bella como es característica de las iglesias principales de los pueblos antioqueños.
Se acerca Walter. Es joven muy delgado, de apariencia es débil y sus pies se bambolean tenuemente siempre al caminar. Un chico que desde pequeño fue tranquilo, silencioso y reducido a su grupo de amigos. Sin embargo, ahora su carácter fuerte y un poco hostil habla un idioma diferente al de su cuerpo


En septiembre de 2003, Walter tenía 15 años, su inclinación sexual a esas alturas ya estaba definida. Para él y para las personas a su alrededor era evidente que era homosexual. Cursaba su último año de colegio.  Por esos días se iba a realizar las pruebas del ICFES. Su grupo tenía la opción de presentar el examen en Medellín, Santa Rosa de Osos o Yarumal.  La tercera sería la mejor decisión para los muchachos que querían disfrutar el ambiente de Yarumal, un pueblo ubicado 73 kilómetros más al norte, hacia la costa atlántica y poderse quedar en el sitio para la doble jornada académica.
 Para Walter había un interés particular en viajar a Yarumal: encontrarse con alguien a quien no veía hacía un tiempo y de quien solo sabía que estaba allí. Fue un reencuentro fallido pues la otra persona manifestó que ni recordaba quien era.
La noche del sábado 6 de septiembre, luego de la primera jornada académica y de disfrutar de la noche de la denominada calle del pecado en Yarumal, Walter se despidió de sus compañeros. Era cerca de la una de la mañana, las discotecas del lugar pronto cerrarían sus puertas, pero él ya estaba extenuado, se dirigía hacia el hotel, caminó unos metros, se encontró el cruce de tres calles y al momento un par de manos amarraron las suyas, otras dos le taparon la boca, fue subido a un carro, le quitaron las gafas y luego le vendaron los ojos.  Todo estaba pasando demasiado rápido, La zozobra le impidió mantener la noción del tiempo, aunque podía darse cuenta en el trayecto que el auto recorría una carretera destapada por el movimiento brusco del carro.
Al llegar al sitio dispuesto por aquellas personas, seguramente una vereda de la población, se dio cuenta que el frío era más fuerte, gélido, pero este era más un viaje al infierno. Fue amarrado también de los pies y fue cargado hasta una cama o un colchón sobre el suelo. Era imposible adivinarlo.

Walter siempre ha sido un hombre de problemas visuales. Se le ven rojizos y lastimados. A causa de unos queratoconos, diagnosticados desde los diez años, tiene cuatro trasplantes de córnea y sin sus lentes rígidos es poco lo que sus ojos pueden divisar. No obstante, tiene en sus otros sentidos la compensación a su deficiencia.

En la empresa de confecciones donde es la mano derecha, tiene la capacidad de detectar cuando una aguja está despuntada solo con el sonido al caer sobre la prenda.  Ninguno de los otros empleados puede darse cuenta de ese detalle.
El desarrollo de su sentido del olfato también es singular. Luego de un año sin visitarlo en Don Matías, ambos queremos un fuerte abrazo, caluroso, afectivo. Se queda oliendo el olor de mi suéter, se aleja, me mira como quien ve a un despreciable fantasma conocido.

- ¿Qué perfume usas?
- 300 km/h. ¿porqué?
- Es el olor de unos de ellos.  El primero de ellos-  Me pidió que rociara un poco de una de sus lociones en mi buso.

Fue así como me contó la manera que reconocía a la perfección la colonia que cada uno de ellos usaba el día que fue violado.


Lo sujetaron boca abajo con las manos y los pies separados. Al instante empezó el carnaval del manoseo sobre su piel y el diálogo perverso entre ellos. A estas alturas ya Walter reconocía la voz de tres hombres que se reían y se alentaban entre sí.

-          ¿Quién empieza? -  Parecía un juego de niños porque aparentemente se disputaban el orden en que cada uno ultrajaría su cuerpo.
El primero de ellos lo violó de una forma violenta y repulsiva. El dolor fue indescriptible de tal manera que Walter perdió el conocimiento por un Tiempo indeterminado

Ese primer hombre era velludo porque lo sentía en la espalda y lo sentía barbado cuando le pasaba los vellos por su cuello. Cuando éste terminó no paraba decir soezmente que eso era lo mejor.

Llegó el turno del segundo, quien disfrutaba con tocar y besarlo analmente. También era barbado, mas no velludo. Era más pesado que el anterior y constantemente les pedía a sus compañeros que le soltaran las manos al muchacho para que lo pudiera tocar. No accedieron. Finalmente lo penetró y terminó su parte.

Pasado un lapso de tiempo indescifrable, se acercó el tercer hombre al que Walter le pudo distinguir unas manos grandes, por supuesto su olor y que en su lenguaje empleaba términos que usan los policías como patrullar o usar códigos números que sus secuaces podían entender,
Llegó su momento, esperó pacientemente porque así es como le gustaba a él, cuando ya estaba abierto.  Hizo su parte.


Casi siempre nos comunicamos por WhatsApp y pueden pasar semanas sin que hablemos. 
Había ocurrido algo que él tenía necesidad de contarme. Había llegado un policía la fábrica de confecciones a dar varios consejos de seguridad y convivencia. Su voz era idéntica uno de ellos y además se daba cuenta que éste también lo observaba como si lo hubiera reconocido.
 Después de aquella ocasión, lo vio de nuevo en un supermercado cerca del parque.  Contemplaba al policía sin que este se pudiera percatar, a unos cuantos metros podía escuchar su voz. Era inevitable relacionarlo con el tercer hombre que lo había violado hace más de diez años y que adicionalmente hablaba con los términos con los que los policías lo hacen.


Solo le descubrieron la boca unas cuantas veces para darle agua con la amenaza de que si gritaba lo matarían. No le dieron comida, en cambio le inyectaban suero. Todo estaba meticulosamente preparado, tenían experiencia, no había espacio para la improvisación. Según la manera como todo se desenvolvía, seguramente Walter no era la primera de las víctimas

 Pasó una eternidad. Talvez ya había amanecido, el canto de los pájaros lo avisaba. 

 Ahora estaba solo con el segundo de ellos, quien lo desató por ese interés   de ser acariciado. Walter reaccionó a los golpes por lo que el tipo le sujetó las manos y abusó de él una vez más hasta que regresaron los secuaces a continuar con la diversión.

 El dolor y la ansiedad se perpetuaron en la mente de Walter hasta que, según el silencio del ambiente, había vuelto a anochecer. El juego terminaba, por última vez, quitaron la mordaza de su boca y le dieron a tomar lo que pudo ser una píldora. Todo el mundo dentro de su cabeza comenzó a girar y un sueño extraño lo invadió hasta perder la conciencia completamente. Al despertar, estaba en un portero de la troncal a la entrada a Yarumal.
 Hoy su familia y conocidos saben que durante esos días Walter evadió a su último día pruebas escolares porque se quiso entretener en otras cosas propias de los jóvenes.  Solo yo conozco su desgarrador y casi inverosímil secreto.

Después de lo que le sucedió, su carácter se tornó a intolerante y precavido. Desde entonces, cada persona que se acerca puede significar que le quiere hacer daño.


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Gracias a los  medios de comunicación, ahora esta clase de maltrato a los niños es tema obligado en los comedores de los hogares colombianos. No obstante, la deliberación enfatiza en el castigo a quienes cometen estos actos viles y perversos. Frente a tal maldad, el común de las personas coincide en que debe considerarse endurecer las penas. Es decir, que debe implementarse la pena capital o la pena de muerte para esta clase de delitos.


A este respecto, Nicolás Molina Atehortúa, Juez 16 penal del Circuito de Medellín, en conversación en su despacho expresó que “El país no está preparado para una cadena perpetua o la pena de muerte. Colombia no tiene una política criminal, es decir, unos parámetros que nos permitan enfrentar los hechos nuevos con moderación y con ajuste e infortunadamente   muchos políticos hacen populismo con situaciones coyunturales y utilizan esto como fortín político para abusar de la emocionalidad de la gente y los incultos del momento. Cuando se conoce un hecho tan dramático, absurdo y aberrante como este, esos políticos empiezan a hacer campaña publicitaria manejando esto como si fuera una empresa de imagen diciendo que ellos van a defender a esas personas que en un momento dado son más vulnerables pero la finalidad que los mueve no es el progreso de la sociedad o la protección sino el hecho de ganar adeptos”.

En ese sentido, en 2013, La organización humanitaria Amnistía Internacional, en su informe 'Not Making Us Safer' recalcó que no hay evidencia de que con la pena de muerte disminuya lo comisión de delitos graves en un país. Esto supone que una persona propensa a cometer una violación a un niño no necesariamente va a detenerse por la persuasión de unas penas más drásticas.
En 2011 fue hundido en el Congreso colombiano el proyecto de referendo de la senadora Gilma Jiménez (QEPD) de prisión perpetua para abusadores de menores de edad, tomada por muchos como una iniciativa populista.
Jeferson Bonguera, Abogado de la Universidad de Antioquia, ex asesor legislativo en la segunda vicepresidencia de la cámara y ex candidato a la cámara, opinó en diálogo telefónico que considera que Gilma Jiménez  creía que esa era la solución para el tema del abuso de menores, pero que después se dio cuenta que eso también daba votos. Parecía, según él, que ella no había leído ningún libro de derecho penal y que no conocía la doctrina moderna. “Los sistemas judiciales del mundo demuestran en que los países donde se suben las penas, aumentan el delito. No he escuchado de la primera investigación que diga lo contrario”, asegura.
La falta de preparación del país para tomar esta iniciativa como solución, es en primer lugar lo que se denomina error judicial pues existen casos de condenados en que se determinó luego que eran inocentes y, en segunda instancia, que no existe una graduación de las conductas en los delitos sexuales como para que un juez tenga la capacidad de decidir cuándo imponer cadena perpetua o pena de muerte.

Sin embargo, la indignación de los ciudadanos es justificada.   El 22 abril de 2017, Sarita Salazar, una menor de 3 años murió en Ibagué, Tolima, abusada sexualmente y torturada. Un caso que conmocionó nuevamente al país. No deja de ser doloroso, pero para el Juez Molina, en Colombia se utiliza mucho ese apasionamiento público, que es alimentado por los medios y es muy peligroso porque se llega a fundamentalismos dañinos que se busca evitar.


El fenómeno es de poner cuidado. En diálogo con RCN Radio, Cristina Plazas, directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), reveló que, durante los primeros cuatro meses de 2017, esta entidad recibió entre 2300 y 2500 denuncias de abuso sexual a menores   en el país. Cifras escalofriantes.

En el informe de medicina legal sobre exámenes médico legales por presunto delito sexual en 2015, se expone que hubo un total de 22155 de valoraciones de la cuales 10579 fueron a menores de edad.


Rango de edad
Hombre
Mujer
Total

0-4

597

2011

2608

5-9

1269

4162

5431

10-14

954

7648

8602

15-18

245

2295

2540

Total



10579





·         Del total de valoraciones a todos los rangos de edad, el 75.11% (16641) corresponde a la población entre 0 y 14 años
·         Las mujeres de 10 a 14 años tienen mayor riesgo de sufrir un abuso o ataque sexual. (40.52%)
Tales estadísticas, hacen evidente la necesidad de poner atención especial a la familia desde la interinstitucionalidad y todos los estamentos de la sociedad.


El abuso no es un cuento

Estando en el vientre de su madre, solo a los cuatro meses dio su primera y dócil patadita. Así ha sido su vida. Siempre muy tímida.

En 1999 Liliana Tenía cinco años. Lo recuerda como un sueño, una pesadilla, como una película muy antigua. Hay apartes de esa obra que no de ficción que las recuerda a la perfección, como si hubiese pasado solo un día.

Su familia vivía en Envigado, cerda de la frontera con Medellín, a la altura de la Avenida el Poblado. Sus padres trabajaban, pero no ganaban lo suficiente para costear una niñera para ella y sus hermanas. En cambio, Olivia, la mejor amiga de la mamá, quien era como una tía para Liliana, era ama de casa y se encargaba de cuidar junto con su hija, a Liliana y la hermana Menor.

La escena inolvidable es aquella cuando Daniel, el esposo de Olivia, estando solos en casa la llevó a la habitación.  Era un hombre bajito, fornido, de bigote. de entre 30 y 40 años. Según él, tenían algo de que hablar. Lo que él le decía eran susurros casi inaudibles. Seguidamente, la tomó de la mano y se la puso dentro de la bragueta. Liliana no conocía nada de cómo era el cuerpo de un hombre. Su percepción era la de tocar algo blando como un peluche que cambia de textura hasta convertiste en un rígido gusano. Estaba enseñada a hacer caso a los adultos por lo que lo que pasaba era aceptable y debía ser guardado el secreto.  Este acto se repitió hasta cuando ella tuvo conciencia de que aquello estaba mal.





Cuando los padres pudieron contratar empleada doméstica, las visitas donde la tía se redujeron. Terminaron definitivamente los abusos. Ya Liliana tenía alrededor de 9 años.

Ahora ella es una joven de 21 años, su belleza e inteligencia son opacadas por su timidez. Tiene un cabello negro lozano y unos ojos pequeños y esquivos. Habla poco en clase. Ella era muy tímida, siempre lo ha sido. Le daba pena hablarles a las personas.  Ahora habla lo estrictamente necesario. Su testimonio llegó a mi cuando conoció que yo estaba investigando sobre el tema.


¿Por qué callar? Como en la mayoría de los casos, por el sentimiento de culpa. Aquí el victimario se ocupó de sembrar eso en su prisionera emocional. Liliana además fue enmudecida por el temor de que se destruyera el hogar de su tía, pues Daniel era jefe y pilar de la familia, sumado a que entonces las campañas que ahora se desarrollan, eran escasos.

En 2007, cuando cursaba séptimo grado, una campaña oficial llegó su colegio invitando a los estudiantes a escribir hechos ficticios o reales ocurridos a conocidos o familiares. El relato de Liliana era un cuento sobre una amiga llamada Josefina que era la historia de su propio abuso. Su profesora Mariana, esa mujer menudita, pelirroja, gordita, de ojos diminutos y demasiado amble, detectó lo que ocultaba la historia. En medio de lágrimas se descubrió la verdad. La familia se enteró y en efecto la tía Oliva se separó.

No soy el único que conoce su secreto porque en algún momento, en un desespero por ser comprendida pues el solo hecho de no ser violada no la hacía menos víctima. Necesitaba la lástima y contó en cada escenario, a quien pudiera apoyarla pues no por pasarle menos fue menos lesionada en los aspectos de su ser.

Liliana es heterosexual, pero parte de las cicatrices de aquella experiencia es que las relaciones interpersonales, especialmente con los hombres, siempre fue traumática. No ha podido tener una vida social completamente sana, y en su corazón no cabe el perdón.
Está interesada en conocer el paradero de Daniel. Sabe que vive solo, en Rionegro, pero únicamente está interesada en cerciorarse de que no le hizo lo mismo a nadie más.
 Se arrepiente de no haberlo denunciado por el solo hecho de pensar que el haya tenido la libertad de abusar de otras niñas.

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Descubrir las causas de un fenómeno que ha afecta la humanidad desde la antigüedad, es complejo, pero se pueden explorar algunas de sus consecuencias y tratar de comprender el problema
Hay condiciones socioeconómicas que pueden favorecer que esto se presente. Tipologías familiares y vivir bajo un entorno de violencia o de abandono son sin duda factores en común.
En cuanto a las secuelas emocionales de un abuso sexual en un niño, Andrés Herrera, psicoanalista, en una charla en su consultorio, expuso que pueden ser muchas consecuencias, pero es relativo a cada caso y no todo lo que se piensa que es abuso sexual tiene el efecto para un sujeto. Adicionalmente “la experiencia de un abuso trae secuelas de un trauma. Los seres humanos somos seres de historia. En efecto, durante el tiempo que vivimos y nos estructuramos como personas se producen acontecimientos que marcan en mayor o menor medida.
Como trauma el abuso sexual tiene efectos a nivel corporal, en la relación con el otro, y en todas las esferas vitales del ser humano”, expresa.

Las marcas del abuso pueden ser huellas que duren para toda la vida: fobias, miedos, ansiedades, pesadillas, enuresis y encopresis, (no controlar los esfínteres), son típicos en los casos de abuso, seducción o acto perverso prematuro, sin olvidarse de la afectación en la vida sexual adulta.

Con respecto a ello, se puede buscar una relación entre el abuso sexual en un niño varón con su posible orientación homosexual. Herrera afirma que no es algo absolutamente determinante. No hay certeza o garantía que un niño violado oriente su vida de manera homosexual, pero a partir de diversos casos, encontrar una tendencia. Por otro lado, considera que “en ese niño, talvez ya había algo constitucionalmente, es decir, algo adquirido al nacer o genético. Lo cierto es que nada de lo que hay en nosotros que es constitucional se va a desarrollar sin ciertas experiencias adquiridas. Seguramente en muchas personas un abuso puede hacer corto circuito en la vida sexual y producir una orientación sin decir que esto sea algo negativo pues es una elección del sujeto.
Las experiencias sexuales infantiles son vitales para el desarrollo de la sexualidad adulta”.




La casa abandonada
Javier con solo 10 años ya tenía que trabajar.
 En 1974, muchos de los barrios de Medellín estaban a medio construir, las casas eran espaciosas y separadas entre sí. Las familias eran como las del campo, un tanto numerosas Así era la de Javier quien nació en un hogar con seis hijos, conformado por un padre ausente, castigador, maltratador y con una madre fuerte pero sometida.
Él y sus dos hermanos mayores (los otros estaban muy pequeños) cargaban costales llenos de ropa desde el Batallón Girardot de Villa Hermosa una o dos veces por semana. Su madre recibía camuflados, uniformes, medias, sábanas y tendidos de cama de los soldados del batallón. El amplio solar de la casa, adecuado con cabuyas y alambres, se vestía constantemente de verde militar.
El padre era un tirano que no comprendía el sentido de cuidar y apoyar a sus hijos. Un año después, Javier y sus dos hermanos, ya no vivían en casa. El jefe del hogar les cerró las puertas por ser desobedientes o porque no querían ir a la reunión de los testigos de Jehová.
Más adelante, Javier comenzó a trabajar en la Lonchería Doris, un restaurante del sector de San Antonio del centro de la ciudad. Tenían toda clase de oficios, fregar platos, lavar pisos, llevar carretas llenas de cerveza a las discotecas de Junín y llevar los domicilios a los hoteles de la carrera Bolívar y la Avenida Oriental; lugares donde varias veces algunos señores intentaron tomarlo a la fuerza o lo obligaban a tocarles los genitales para pagarles la comida.  A él el abuso le acechaba por diferentes caminos.
Javier tiene poco más de 50 años. De escaso cabello, teñido de blanco, es de manos ajadas, estatura mediana y un tiene un aspecto frágil. No obstante, es un hombre vigoroso, pujante y   dispuesto a defenderse, inclusive a los golpes. Es claramente homosexual pero no lo atribuye a lo que sucedió. Talvez algo tuvo que ver.
Hace más de quince años nos conocemos por lo que no fue difícil, en medio de la música y con unos tragos de ron, develara que a los 11 años fue violado por varios desconocidos.
Muchas noches Javier subía a pie desde el centro hasta el barrio Versalles de Manrique Oriental a la espera de que la mamá le abriera con sigilo la puerta de la casa o por lo menos para dormir en la acera.
Una de esas ocasiones, pasada la media noche, subiendo por la calle 66, larga y oscura, rumbo a su casa se acercó a una casa nunca terminada, destechada y sin ventanas Una auténtica guarida. Las luces de la calle funcionaban parcialmente, al pasar por la casa abandonada, notó que había un hombre   en la entrada, repentinamente otro apareció del otro lado de la calle y entre los dos lo forzaron a entrar hasta el fondo de la tétrica edificación donde había un tercer hombre que se limitó a observarlo todo.
Se percibía el halo a humedad mezclado con el olor a suciedad, licor y drogas que expedían los delincuentes que se sabía, no eran de por allá.
El chico de 11 años forcejeo como un adulto por lo que los sujetos los amarraron y le pusieron un trapo harapiento en la boca.
Los cuartos de la casa, o la división de ellos, estaban al costado derecho y al fondo un patio, también grande y con un pequeño platanar.

Dos de ellos los llevaron a la última habitación y el campanero se quedó fumando marihuana en la puerta. Uno de ellos tenía un cuchillo como de 12 centímetros envuelto en cinta como para emular el mango, lo ataron con una cuerda de luz, en la repulsa, Javier recibió una herida en la cadera, cicatriz que una conserva, y otra en la muñeca derecha, que se desapareció. Lo violaron. El beso de las hienas.
La fatídica experiencia se tornó dura e interminable.
 En ese cuarto había una cama hecha de adobes y unas tablas. En el transcurso del abuso, Javier se desató y tomo una de las tablas con las puntas expuestas, los golpeó, se pudo escapar de los dos primeros y luego del guarda de la puerta que estaba desprevenido, talvez por efectos de la marihuana.

Al llegar a la casa, su madre lo dejó entrar cautelosamente, la casa estaba totalmente oscura pero aún más lo estaba el alma de Javier. No podía bañarse porque el jefe del hogar podía enterarse de su presencia por lo que se recostó empapado de sangre y lágrimas. El dolor fue su somnífero.

Desde el momento que abrió los ojos solo un pensamiento movía sus actos: el odio. Consiguió con Silvia, una vecina, cambiar un cuchillo por una de las gallinas de la mamá. Todas las noches procuraba la venganza acercándose a la casa abandonada con el cuchillo en el bolsillo de atrás. Al domingo, cuando ya había transcurrido casi una semana, llegó al lugar donde escasamente se podían ver las sombras de los sujetos. Sabía que eran ellos porque reconoció perfectamente sus voces. Les habló y ellos fingieron desconocer quién era el pequeño.
-          Ustedes saben quién soy. ¿O se les olvidó lo que me hicieron? Vengo porque me gustó y quiero volverlo a hacer.
Todo estaba a pedir de boca para los vagabundos. Se pusieron en posición, como con las funciones preestablecidas, el mismo hombre se quedó de vigilante y los otros se adentraron más en la oscuridad con el niño. Ya justo al momento, había una condición: él quería marihuana. Cuando se dispusieron a cumplir con el deseo del niño, absolutamente desinhibidos, Javier tomó el cuchillo y apuñaló dos veces en el cuello a uno y hundió con rabia dos veces el arma en el vientre del otro. El tercero huyó, se vio en desventaja porque a Javier la sed de justica y un puñal   lo convirtieron en un hombre más fuerte y grande que sus propios victimarios.

Su madre lo recibió, como siempre, pero esta vez se dio cuenta que estaba   rociado de algo que no era lluvia escarlata. Ella se enteró de lo que había sucedido con su hijo días atrás y lo que él acababa de cometer. Solo ella y yo conocemos ese desgarrador y casi inverosímil secreto.
Se rumoró luego en el barrio que hallaron el cadáver de un indigente en la casa abandonada pero no fue necesario corroborar el murmullo.


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 Desde la psicología y el psicoanálisis se encuentra una perspectiva que es pertinente revisar.
El psicólogo Javier Villa Machado, quien tiene una maestría en ciencias sociales de la Universidad de Antioquia y quien tiene práctica en piscología jurídica en el Instituto de medicina legal como de docente desde los años 80 de psicología criminal y jurídica, relata cómo desde el año 2006 con la entrada del sistema penal acusatorio, ha aumentado su vasta experiencia ya que los psicólogos son requeridos para sustentar las acusaciones de abuso sexual contra niños y adolescentes. Los psicólogos aportan a la administración de justicia con elementos propios de la psicología para ayudar al juez a valorar la credibilidad del relato.
La presencia de un psicólogo es vital ya que son hechos que generalmente ocurren en la intimidad y muchas veces no se encuentran pruebas físicas que revelen el acontecimiento y en gran medida se sostienen en la narración del niño.
Esta clase de sucesos no es expuesta por los niños. No lo cuentan o lo hacen tardíamente como se nota en las historias de Walter, y Javier. (Javier le cuenta a su madre, pero ambos guardaron el secreto).
La explicación se encuentra en la culpa y el temor al reproche implícito. Se evidencia con lo que le dice Liliana.

Por otro lado, está la amenaza del victimario.
-          Si cuentas te van a regañar.
-          Si cuentas no te van a creer
-          Si cuentas te haré daño.
El silencio es más claro en los casos en los que el victimario es del entorno del niño, entre otras razones porque se puede poner en riesgo la estabilidad familiar y hay un silencio cómplice hasta de los mismos adultos.
En el caso del abuso infantil, cuenta Villa Machado, la entrevista se convierte en una mezcla de ciencia y arte.
Existen también varias herramientas que ayudan en la detección y diagnóstico de un caso de abuso sexual infantil además de las preguntas: el juego y el dibujo. Con ellos muchas veces el niño pone en evidencia lo que no verbaliza, con lo que dibujan y pintan hacen lo que viven con el otro, representan su realidad.

En el asunto del abuso infantil, para Andrés Herrera, el psicoanálisis revoluciona la cultura a pesar de ser una ciencia nueva por el valor que se le da a la palabra. “Gracias al psicoanálisis se habló en un primer momento de la sexualidad infantil. Eso generó revuelo y escándalo. Freud fue condenado por eso (…) No sabemos si la pena de muerte o la cadena perpetua sea medidas apropiadas, pero sí que esos hechos recientes son como fantasmas que se despiertan en la sociedad ante actos tan viles. La sociedad desde distintos puntos está llamada a reunirse y conversar, Lo que la psicología contemporánea denomina como comité de ética, a deliberar sobre esos temas y a hacer debate público, valerse de medios de comunicación para escuchar distintas posiciones, hablar con médicos, psicólogos, psicoanalistas, abogados, psiquiatras, padres de familia etc., para darle voz a los asuntos que por mucho tiempo han estado reprimidos”, puntualiza.


Que se hable del problema, así sea desde ignorancia, es beneficioso para nuestra sociedad, pero reconociendo que la responsabilidad no es solamente de los violadores, sino hablando de sí mismos y desarrollando una cultura de prevención y solidaridad inclusive con los victimarios. Al fin de cuentas ellos también son seres humanos, y nuestros hermanos.