Walter.
El 4 de diciembre de 2016 Colombia
se estremeció por la noticia del atroz secuestro, violación, tortura y
asesinato de Yuliana Andea Samboní, una niña de 7 años que vivía en un barrio
de invasión de Bogotá, desplazada de la vereda el Tambo, del municipio de
Bolívar, Cauca.
Como
Yuliana puede ser Sofía, Samuel,
Nicolás, Valentina, Sara, Jerónimo, David, Mariana, Estefanía, Mateo, Tatiana,
Juliana, Karina, Sebastián, Andrés, Carolina, Xiomara, Felipe, Natalia,
Catalina, Juan José, Julián, Samanta, Angélica, Juan Pablo, Isabella, Emiliano,
Cristian, Katherine, Dayana, Daniel, Victoria, Esteban, Manuel, Jonatan, Luciana,
Alejandro, Simón, Andrea, Juanita, Melisa, Miguel Ángel (…) Solo nombres,
pero puede ser el de un nieto, un hijo, un sobrino, un hermanito, o un niño que
justo ahora está expuesto a que un adulto invada su sexualidad causándole
lesiones físicas y emocionales de por vida.
El fenómeno del abuso sexual a menores es como
una olla a presión que en algún momento iba a estallar y lo hizo con el caso de
Yuliana. Ahora se habla más de algo que la sociedad sabe desde hace mucho
tiempo
-En Colombia han están
creciendo los casos de abusadores de menores- dicen muchos.
José Andrés Oliveros Fiscal
Seccional adscrito al CAIVAS (Centro de Atención Integral a Víctimas de Abuso
Sexual) en dialogo informal en la sede de la Institución, ubicada en el sector
de San Diego, considera que no han aumentado. Según su percepción: siempre ha
existido este flagelo en similares proporciones, sino que, con la
implementación de los mecanismos de atención, de investigación y
judicialización como con las campañas de prevención locales y nacionales, las
personas cada vez más se enteran de los mecanismos diseñados por el Estado. Agrega
que dichas campañas van dirigidas a que la gente tenga conciencia de que el
abuso sexual es un hecho que afecta la dignidad de niños y adolescentes y de
concientizar a los adultos en que no deben irrumpir en la formación sexual de
los menores y afectar su salud física, sicológica, mental y social.
Según un informe del Instituto
de Medicina Legal denominado: Exámenes médico legales por presunto delito
sexual. Colombia, 2015, La violencia sexual viene en aumento desde el año 2013,
el aumento en el número de casos puede tratarse de un incremento en las
denuncias mas no en los casos sucedidos y verse influenciado por la percepción
de las víctimas a un acceso a la justicia más eficaz y a la implementación de
modelos de atención más accesibles
Actualmente hay más denuncias, el tema se
visibiliza más. Es positivo para una sociedad que hable más del tema puesto que
Según Barney y Céspedes en su artículo: Abuso sexual infantil de la revista del
Colegio Colombiano del Administrador Público, Año 5 módulo 3, “El abuso sexual
constituye una de las principales causas de maltrato infantil, que, por sus
implicaciones sobre la dignidad de la persona, la genealogía familiar, los
efectos morales, sociales y psicológicos merecen un estudio aparte”
¿Quién
empieza? La historia de Walter
Don Matías, Antioquia. Un
municipio ubicado a 50 kilómetros del norte de Medellín. Una localidad de
temperatura de 19° C. Su actividad económica se basa en la agricultura, la
ganadería lechera, pero es eminentemente textil gracias a las cerca de 100 fábricas
de confecciones que allí funcionan.
Vuelvo a la población después
de un año. Llueve, como todas las veces que he visitado el lugar. Aun así, hace
un frío benévolo, soportable.14 ó 15 grados.
Mientras espero en el parque, con paraguas en mano, observo la iglesia
de Nuestra Señora del Rosario, contemplo las dos torres y su estructura neogótica,
bella como es característica de las iglesias principales de los pueblos
antioqueños.
Se acerca Walter. Es joven muy delgado, de
apariencia es débil y sus pies se bambolean tenuemente siempre al caminar. Un
chico que desde pequeño fue tranquilo, silencioso y reducido a su grupo de
amigos. Sin embargo, ahora su carácter fuerte y un poco hostil habla un idioma
diferente al de su cuerpo
En septiembre de 2003, Walter
tenía 15 años, su inclinación sexual a esas alturas ya estaba definida. Para
él y para las personas a su alrededor era evidente que era homosexual. Cursaba
su último año de colegio. Por esos días
se iba a realizar las pruebas del ICFES. Su grupo tenía la opción de presentar
el examen en Medellín, Santa Rosa de Osos o Yarumal. La tercera sería la mejor decisión para los
muchachos que querían disfrutar el ambiente de Yarumal, un pueblo ubicado 73
kilómetros más al norte, hacia la costa atlántica y poderse quedar en el sitio
para la doble jornada académica.
Para Walter había un interés particular en
viajar a Yarumal: encontrarse con alguien a quien no veía hacía un tiempo y de
quien solo sabía que estaba allí. Fue un reencuentro fallido pues la otra
persona manifestó que ni recordaba quien era.
La noche del sábado 6 de
septiembre, luego de la primera jornada académica y de disfrutar de la noche de
la denominada calle del pecado en Yarumal, Walter se despidió de sus
compañeros. Era cerca de la una de la mañana, las discotecas del lugar pronto
cerrarían sus puertas, pero él ya estaba extenuado, se dirigía hacia el hotel,
caminó unos metros, se encontró el cruce de tres calles y al momento un par
de manos amarraron las suyas, otras dos le taparon la boca, fue subido a un
carro, le quitaron las gafas y luego le vendaron los ojos. Todo estaba pasando demasiado rápido, La
zozobra le impidió mantener la noción del tiempo, aunque podía darse cuenta en el
trayecto que el auto recorría una carretera destapada por el movimiento brusco
del carro.
Al llegar al sitio dispuesto
por aquellas personas, seguramente una vereda de la población, se dio cuenta
que el frío era más fuerte, gélido, pero este era más un viaje al infierno. Fue
amarrado también de los pies y fue cargado hasta una cama o un colchón sobre el
suelo. Era imposible adivinarlo.
Walter siempre ha sido un hombre de problemas
visuales. Se le ven rojizos y lastimados. A causa de unos queratoconos,
diagnosticados desde los diez años, tiene cuatro trasplantes de córnea y sin
sus lentes rígidos es poco lo que sus ojos pueden divisar. No obstante, tiene
en sus otros sentidos la compensación a su deficiencia.
En la empresa de confecciones donde es la mano
derecha, tiene la capacidad de detectar cuando una aguja está despuntada solo
con el sonido al caer sobre la prenda.
Ninguno de los otros empleados puede darse cuenta de ese detalle.
El
desarrollo de su sentido del olfato también es singular. Luego de un año sin
visitarlo en Don Matías, ambos queremos un fuerte abrazo, caluroso, afectivo.
Se queda oliendo el olor de mi suéter, se aleja, me mira como quien ve a un
despreciable fantasma conocido.
- ¿Qué perfume usas?
- 300 km/h. ¿porqué?
- Es el olor de unos de ellos. El primero de ellos- Me pidió que rociara un poco de una de sus
lociones en mi buso.
Fue así como me contó la manera que reconocía a
la perfección la colonia que cada uno de ellos usaba el día que fue violado.
Lo sujetaron boca abajo con
las manos y los pies separados. Al instante empezó el carnaval del manoseo
sobre su piel y el diálogo perverso entre ellos. A estas alturas ya Walter
reconocía la voz de tres hombres que se reían y se alentaban entre sí.
-
¿Quién empieza? - Parecía un juego de niños porque
aparentemente se disputaban el orden en que cada uno ultrajaría su cuerpo.
El primero de ellos lo violó
de una forma violenta y repulsiva. El dolor fue indescriptible de tal manera que
Walter perdió el conocimiento por un Tiempo indeterminado
Ese primer hombre era velludo porque lo sentía
en la espalda y lo sentía barbado cuando le pasaba los vellos por su cuello.
Cuando éste terminó no paraba decir soezmente que eso era lo mejor.
Llegó el turno del segundo, quien disfrutaba
con tocar y besarlo analmente. También era barbado, mas no velludo. Era más
pesado que el anterior y constantemente les pedía a sus compañeros que le
soltaran las manos al muchacho para que lo pudiera tocar. No accedieron.
Finalmente lo penetró y terminó su parte.
Pasado un lapso de tiempo indescifrable, se
acercó el tercer hombre al que Walter le pudo distinguir unas manos grandes,
por supuesto su olor y que en su lenguaje empleaba términos que usan los
policías como patrullar o usar códigos números que sus secuaces podían
entender,
Llegó su momento, esperó pacientemente porque
así es como le gustaba a él, cuando ya estaba abierto. Hizo su parte.
Casi siempre nos comunicamos por WhatsApp y
pueden pasar semanas sin que hablemos.
Había ocurrido algo que él tenía necesidad de
contarme. Había llegado un policía la fábrica de confecciones a dar varios
consejos de seguridad y convivencia. Su voz era idéntica uno de ellos y además
se daba cuenta que éste también lo observaba como si lo hubiera reconocido.
Después
de aquella ocasión, lo vio de nuevo en un supermercado cerca del parque. Contemplaba al policía sin que este se
pudiera percatar, a unos cuantos metros podía escuchar su voz. Era inevitable
relacionarlo con el tercer hombre que lo había violado hace más de diez años y
que adicionalmente hablaba con los términos con los que los policías lo hacen.
Solo le descubrieron la boca unas cuantas veces
para darle agua con la amenaza de que si gritaba lo matarían. No le dieron
comida, en cambio le inyectaban suero. Todo estaba meticulosamente preparado,
tenían experiencia, no había espacio para la improvisación. Según la manera
como todo se desenvolvía, seguramente Walter no era la primera de las víctimas
Pasó una
eternidad. Talvez ya había amanecido, el canto de los pájaros lo avisaba.
Ahora
estaba solo con el segundo de ellos, quien lo desató por ese interés de ser acariciado. Walter reaccionó a los
golpes por lo que el tipo le sujetó las manos y abusó de él una vez más hasta que
regresaron los secuaces a continuar con la diversión.
El dolor
y la ansiedad se perpetuaron en la mente de Walter hasta que, según el silencio
del ambiente, había vuelto a anochecer. El juego terminaba, por última vez,
quitaron la mordaza de su boca y le dieron a tomar lo que pudo ser una píldora.
Todo el mundo dentro de su cabeza comenzó a girar y un sueño extraño lo invadió
hasta perder la conciencia completamente. Al despertar, estaba en un portero de
la troncal a la entrada a Yarumal.
Hoy su
familia y conocidos saben que durante esos días Walter evadió a su último día
pruebas escolares porque se quiso entretener en otras cosas propias de los
jóvenes. Solo yo conozco su desgarrador
y casi inverosímil secreto.
Después de lo que le sucedió, su carácter se
tornó a intolerante y precavido. Desde entonces, cada persona que se acerca
puede significar que le quiere hacer daño.
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Gracias a los medios de comunicación, ahora esta clase de
maltrato a los niños es tema obligado en los comedores de los hogares
colombianos. No obstante, la deliberación enfatiza en el castigo a quienes
cometen estos actos viles y perversos. Frente a tal maldad, el común de las
personas coincide en que debe considerarse endurecer las penas. Es decir, que
debe implementarse la pena capital o la pena de muerte para esta clase de
delitos.
A este respecto, Nicolás
Molina Atehortúa, Juez 16 penal del Circuito de Medellín, en conversación en su
despacho expresó que “El país no está preparado para una cadena perpetua o la
pena de muerte. Colombia no tiene una política criminal, es decir, unos
parámetros que nos permitan enfrentar los hechos nuevos con moderación y con
ajuste e infortunadamente muchos
políticos hacen populismo con situaciones coyunturales y utilizan esto como
fortín político para abusar de la emocionalidad de la gente y los incultos del
momento. Cuando se conoce un hecho tan dramático, absurdo y aberrante como
este, esos políticos empiezan a hacer campaña publicitaria manejando esto como
si fuera una empresa de imagen diciendo que ellos van a defender a esas
personas que en un momento dado son más vulnerables pero la finalidad que los
mueve no es el progreso de la sociedad o la protección sino el hecho de ganar
adeptos”.
En ese sentido, en 2013, La
organización humanitaria Amnistía Internacional, en su informe 'Not Making Us
Safer' recalcó que no hay evidencia de que con la pena de muerte disminuya lo
comisión de delitos graves en un país. Esto supone que una persona propensa a
cometer una violación a un niño no necesariamente va a detenerse por la
persuasión de unas penas más drásticas.
En 2011 fue hundido en el
Congreso colombiano el proyecto de referendo de la senadora Gilma Jiménez
(QEPD) de prisión perpetua para abusadores de menores de edad, tomada por
muchos como una iniciativa populista.
Jeferson Bonguera, Abogado de la Universidad de Antioquia, ex asesor
legislativo en la segunda vicepresidencia de la cámara y ex candidato a la cámara,
opinó en diálogo telefónico que
considera que Gilma Jiménez creía
que esa era la solución para el tema del abuso de menores, pero que después se
dio cuenta que eso también daba votos. Parecía, según él, que ella no había
leído ningún libro de derecho penal y que no conocía la doctrina moderna. “Los
sistemas judiciales del mundo demuestran en que los países donde se suben las
penas, aumentan el delito. No he escuchado de la primera investigación que diga
lo contrario”, asegura.
La falta de preparación del país para tomar esta
iniciativa como solución, es en primer lugar lo que se denomina error judicial
pues existen casos de condenados en que se determinó luego que eran inocentes
y, en segunda instancia, que no existe una graduación de las conductas en los
delitos sexuales como para que un juez tenga la capacidad de decidir cuándo
imponer cadena perpetua o pena de muerte.
Sin embargo, la indignación de los ciudadanos
es justificada. El 22 abril de 2017, Sarita
Salazar, una menor de 3 años murió en Ibagué, Tolima, abusada sexualmente y
torturada. Un caso que conmocionó nuevamente al país. No deja de ser doloroso,
pero para el Juez Molina, en Colombia se utiliza mucho ese apasionamiento
público, que es alimentado por los medios y es muy peligroso porque se llega a
fundamentalismos dañinos que se busca evitar.
El fenómeno es de poner cuidado. En diálogo con
RCN Radio, Cristina Plazas, directora del Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar (ICBF), reveló que, durante los primeros cuatro meses de 2017, esta
entidad recibió entre 2300 y 2500 denuncias de abuso sexual a menores en el país. Cifras escalofriantes.
En el informe de medicina legal sobre exámenes
médico legales por presunto delito sexual en 2015, se expone que hubo un total
de 22155 de valoraciones de la cuales 10579 fueron a menores de edad.
Rango de edad
|
Hombre
|
Mujer
|
Total
|
0-4
|
597
|
2011
|
2608
|
5-9
|
1269
|
4162
|
5431
|
10-14
|
954
|
7648
|
8602
|
15-18
|
245
|
2295
|
2540
|
Total
|
10579
|
·
Del total de valoraciones a todos los rangos de
edad, el 75.11% (16641) corresponde a la población entre 0 y 14 años
·
Las mujeres de 10 a 14 años tienen mayor riesgo
de sufrir un abuso o ataque sexual. (40.52%)
Tales estadísticas, hacen
evidente la necesidad de poner atención especial a la familia desde la
interinstitucionalidad y todos los estamentos de la sociedad.
El abuso no es un
cuento
Estando
en el vientre de su madre, solo a los cuatro meses dio su primera y dócil
patadita. Así ha sido su vida. Siempre muy tímida.
En 1999 Liliana Tenía cinco años. Lo recuerda como
un sueño, una pesadilla, como una película muy antigua. Hay apartes de esa obra
que no de ficción que las recuerda a la perfección, como si hubiese pasado solo
un día.
Su familia vivía en Envigado, cerda de la
frontera con Medellín, a la altura de la Avenida el Poblado. Sus padres
trabajaban, pero no ganaban lo suficiente para costear una niñera para ella y
sus hermanas. En cambio, Olivia, la mejor amiga de la mamá, quien era como una
tía para Liliana, era ama de casa y se encargaba de cuidar junto con su hija, a
Liliana y la hermana Menor.
La escena inolvidable es aquella cuando Daniel,
el esposo de Olivia, estando solos en casa la llevó a la habitación. Era un hombre bajito, fornido, de bigote. de
entre 30 y 40 años. Según él, tenían algo de que hablar. Lo que él le decía
eran susurros casi inaudibles. Seguidamente, la tomó de la mano y se la puso
dentro de la bragueta. Liliana no conocía nada de cómo era el cuerpo de un
hombre. Su percepción era la de tocar algo blando como un peluche que cambia de
textura hasta convertiste en un rígido gusano. Estaba enseñada a hacer caso a
los adultos por lo que lo que pasaba era aceptable y debía ser guardado el
secreto. Este acto se repitió hasta
cuando ella tuvo conciencia de que aquello estaba mal.
Cuando los padres pudieron contratar empleada
doméstica, las visitas donde la tía se redujeron. Terminaron definitivamente
los abusos. Ya Liliana tenía alrededor de 9 años.
Ahora ella es una joven de 21 años, su belleza
e inteligencia son opacadas por su timidez. Tiene un cabello negro lozano y
unos ojos pequeños y esquivos. Habla poco en clase. Ella era muy tímida,
siempre lo ha sido. Le daba pena hablarles a las personas. Ahora habla lo estrictamente necesario. Su
testimonio llegó a mi cuando conoció que yo estaba investigando sobre el tema.
¿Por qué callar? Como en la mayoría de los
casos, por el sentimiento de culpa. Aquí el victimario se ocupó de sembrar eso
en su prisionera emocional. Liliana además fue enmudecida por el temor de que
se destruyera el hogar de su tía, pues Daniel era jefe y pilar de la familia,
sumado a que entonces las campañas que ahora se desarrollan, eran escasos.
En 2007, cuando cursaba séptimo grado, una
campaña oficial llegó su colegio invitando a los estudiantes a escribir hechos
ficticios o reales ocurridos a conocidos o familiares. El relato de Liliana era
un cuento sobre una amiga llamada Josefina que era la historia de su propio
abuso. Su profesora Mariana, esa mujer menudita, pelirroja, gordita, de ojos
diminutos y demasiado amble, detectó lo que ocultaba la historia. En medio de lágrimas
se descubrió la verdad. La familia se enteró y en efecto la tía Oliva se
separó.
No soy el único que conoce su secreto porque en
algún momento, en un desespero por ser comprendida pues el solo hecho de no ser
violada no la hacía menos víctima. Necesitaba la lástima y contó en cada
escenario, a quien pudiera apoyarla pues no por pasarle menos fue menos
lesionada en los aspectos de su ser.
Liliana es heterosexual, pero parte de las
cicatrices de aquella experiencia es que las relaciones interpersonales,
especialmente con los hombres, siempre fue traumática. No ha podido tener una vida social completamente sana, y en su
corazón no cabe el perdón.
Está interesada en conocer el paradero de
Daniel. Sabe que vive solo, en Rionegro, pero únicamente está interesada en
cerciorarse de que no le hizo lo mismo a nadie más.
Se
arrepiente de no haberlo denunciado por el solo hecho de pensar que el haya
tenido la libertad de abusar de otras niñas.
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Descubrir
las causas de un fenómeno que ha afecta la humanidad desde la antigüedad, es
complejo, pero se pueden explorar algunas de sus consecuencias y tratar de
comprender el problema
Hay
condiciones socioeconómicas que pueden favorecer que esto se presente. Tipologías
familiares y vivir bajo un entorno de violencia o de abandono son sin duda factores
en común.
En cuanto a las secuelas emocionales de un
abuso sexual en un niño, Andrés Herrera, psicoanalista, en una charla en su
consultorio, expuso que pueden ser muchas consecuencias, pero es relativo a
cada caso y no todo lo que se piensa que es abuso sexual tiene el efecto para
un sujeto. Adicionalmente “la experiencia de un abuso trae secuelas de un
trauma. Los seres humanos somos seres de historia. En efecto, durante el tiempo
que vivimos y nos estructuramos como personas se producen acontecimientos que
marcan en mayor o menor medida.
Como trauma el abuso sexual tiene efectos a
nivel corporal, en la relación con el otro, y en todas las esferas vitales del
ser humano”, expresa.
Las marcas del abuso pueden ser huellas que duren
para toda la vida: fobias, miedos, ansiedades, pesadillas, enuresis y
encopresis, (no controlar los esfínteres), son típicos en los casos de abuso,
seducción o acto perverso prematuro, sin olvidarse de la afectación en la vida
sexual adulta.
Con respecto a ello, se puede buscar una
relación entre el abuso sexual en un niño varón con su posible orientación
homosexual. Herrera afirma que no es algo absolutamente determinante. No hay
certeza o garantía que un niño violado oriente su vida de manera homosexual,
pero a partir de diversos casos, encontrar una tendencia. Por otro lado,
considera que “en ese niño, talvez ya había algo constitucionalmente, es decir,
algo adquirido al nacer o genético. Lo cierto es que nada de lo que hay en
nosotros que es constitucional se va a desarrollar sin ciertas experiencias
adquiridas. Seguramente en muchas personas un abuso puede hacer corto circuito
en la vida sexual y producir una orientación sin decir que esto sea algo
negativo pues es una elección del sujeto.
Las experiencias sexuales infantiles son
vitales para el desarrollo de la sexualidad adulta”.
La
casa abandonada
Javier con solo 10 años ya tenía
que trabajar.
En 1974, muchos de los barrios de Medellín
estaban a medio construir, las casas eran espaciosas y separadas entre sí. Las
familias eran como las del campo, un tanto numerosas Así era la de Javier quien
nació en un hogar con seis hijos, conformado por un padre ausente, castigador,
maltratador y con una madre fuerte pero sometida.
Él y sus dos hermanos mayores
(los otros estaban muy pequeños) cargaban costales llenos de ropa desde el
Batallón Girardot de Villa Hermosa una o dos veces por semana. Su madre recibía
camuflados, uniformes, medias, sábanas y tendidos de cama de los soldados del
batallón. El amplio solar de la casa, adecuado con cabuyas y alambres, se
vestía constantemente de verde militar.
El padre era un tirano que no
comprendía el sentido de cuidar y apoyar a sus hijos. Un año después, Javier y
sus dos hermanos, ya no vivían en casa. El jefe del hogar les cerró las puertas
por ser desobedientes o porque no querían ir a la reunión de los testigos de
Jehová.
Más adelante, Javier comenzó a
trabajar en la Lonchería Doris, un restaurante del sector de San Antonio del
centro de la ciudad. Tenían toda clase de oficios, fregar platos, lavar pisos,
llevar carretas llenas de cerveza a las discotecas de Junín y llevar los
domicilios a los hoteles de la carrera Bolívar y la Avenida Oriental; lugares
donde varias veces algunos señores intentaron tomarlo a la fuerza o lo
obligaban a tocarles los genitales para pagarles la comida. A él el abuso le acechaba por diferentes
caminos.
Javier tiene poco más de 50
años. De escaso cabello, teñido de blanco, es de manos ajadas, estatura mediana
y un tiene un aspecto frágil. No obstante, es un hombre vigoroso, pujante
y dispuesto a defenderse, inclusive a
los golpes. Es claramente homosexual pero no lo atribuye a lo que sucedió.
Talvez algo tuvo que ver.
Hace más de quince años nos
conocemos por lo que no fue difícil, en medio de la música y con unos tragos de
ron, develara que a los 11 años fue violado por varios desconocidos.
Muchas noches Javier subía a
pie desde el centro hasta el barrio Versalles de Manrique Oriental a la espera
de que la mamá le abriera con sigilo la puerta de la casa o por lo menos para
dormir en la acera.
Una de esas ocasiones, pasada
la media noche, subiendo por la calle 66, larga y oscura, rumbo a su casa se
acercó a una casa nunca terminada, destechada y sin ventanas Una auténtica
guarida. Las luces de la calle funcionaban parcialmente, al pasar por la casa
abandonada, notó que había un hombre en
la entrada, repentinamente otro apareció del otro lado de la calle y entre los
dos lo forzaron a entrar hasta el fondo de la tétrica edificación donde había
un tercer hombre que se limitó a observarlo todo.
Se percibía el halo a humedad
mezclado con el olor a suciedad, licor y drogas que expedían los delincuentes
que se sabía, no eran de por allá.
El chico de 11 años forcejeo
como un adulto por lo que los sujetos los amarraron y le pusieron un trapo
harapiento en la boca.
Los cuartos de la casa, o la
división de ellos, estaban al costado derecho y al fondo un patio, también
grande y con un pequeño platanar.
Dos de ellos los llevaron a la
última habitación y el campanero se quedó fumando marihuana en la puerta. Uno
de ellos tenía un cuchillo como de 12 centímetros envuelto en cinta como para
emular el mango, lo ataron con una cuerda de luz, en la repulsa, Javier recibió
una herida en la cadera, cicatriz que una conserva, y otra en la muñeca
derecha, que se desapareció. Lo violaron. El beso de las hienas.
La fatídica experiencia se
tornó dura e interminable.
En ese cuarto había una cama hecha de adobes y
unas tablas. En el transcurso del abuso, Javier se desató y tomo una de las
tablas con las puntas expuestas, los golpeó, se pudo escapar de los dos
primeros y luego del guarda de la puerta que estaba desprevenido, talvez por
efectos de la marihuana.
Al llegar a la casa, su madre
lo dejó entrar cautelosamente, la casa estaba totalmente oscura pero aún más lo
estaba el alma de Javier. No podía bañarse porque el jefe del hogar podía
enterarse de su presencia por lo que se recostó empapado de sangre y lágrimas.
El dolor fue su somnífero.
Desde el momento que abrió los
ojos solo un pensamiento movía sus actos: el odio. Consiguió con Silvia, una
vecina, cambiar un cuchillo por una de las gallinas de la mamá. Todas las
noches procuraba la venganza acercándose a la casa abandonada con el cuchillo
en el bolsillo de atrás. Al domingo, cuando ya había transcurrido casi una
semana, llegó al lugar donde escasamente se podían ver las sombras de los
sujetos. Sabía que eran ellos porque reconoció perfectamente sus voces. Les
habló y ellos fingieron desconocer quién era el pequeño.
-
Ustedes saben quién soy. ¿O se les olvidó lo
que me hicieron? Vengo porque me gustó y quiero volverlo a hacer.
Todo estaba a pedir de boca para
los vagabundos. Se pusieron en posición, como con las funciones
preestablecidas, el mismo hombre se quedó de vigilante y los otros se
adentraron más en la oscuridad con el niño. Ya justo al momento, había una
condición: él quería marihuana. Cuando se dispusieron a cumplir con el deseo
del niño, absolutamente desinhibidos, Javier tomó el cuchillo y apuñaló dos
veces en el cuello a uno y hundió con rabia dos veces el arma en el vientre del
otro. El tercero huyó, se vio en desventaja porque a Javier la sed de justica y
un puñal lo convirtieron en un hombre
más fuerte y grande que sus propios victimarios.
Su madre lo recibió, como
siempre, pero esta vez se dio cuenta que estaba rociado de algo que no era lluvia escarlata.
Ella se enteró de lo que había sucedido con su hijo días atrás y lo que él
acababa de cometer. Solo ella y yo conocemos ese desgarrador y casi inverosímil
secreto.
Se rumoró luego en el barrio
que hallaron el cadáver de un indigente en la casa abandonada pero no fue
necesario corroborar el murmullo.
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Desde la psicología y el psicoanálisis se
encuentra una perspectiva que es pertinente revisar.
El psicólogo Javier Villa Machado, quien tiene una maestría
en ciencias sociales de la Universidad de Antioquia y quien tiene práctica en
piscología jurídica en el Instituto de medicina legal como de docente desde los
años 80 de psicología criminal y jurídica, relata cómo desde el año 2006 con la
entrada del sistema penal acusatorio, ha aumentado su vasta experiencia ya que los
psicólogos son requeridos para sustentar las acusaciones de abuso sexual contra
niños y adolescentes. Los psicólogos aportan a la administración de justicia
con elementos propios de la psicología para ayudar al juez a valorar la
credibilidad del relato.
La presencia de un psicólogo
es vital ya que son hechos que generalmente ocurren en la intimidad y muchas veces
no se encuentran pruebas físicas que revelen el acontecimiento y en gran medida
se sostienen en la narración del niño.
Esta clase de sucesos no es
expuesta por los niños. No lo cuentan o lo hacen tardíamente como se nota en
las historias de Walter, y Javier. (Javier le cuenta a su madre, pero ambos
guardaron el secreto).
La explicación se encuentra en
la culpa y el temor al reproche implícito. Se evidencia con lo que le dice Liliana.
Por otro lado, está la amenaza
del victimario.
-
Si cuentas te van a regañar.
-
Si cuentas no te van a creer
-
Si cuentas te haré daño.
El silencio es más claro en
los casos en los que el victimario es del entorno del niño, entre otras razones
porque se puede poner en riesgo la estabilidad familiar y hay un silencio
cómplice hasta de los mismos adultos.
En el caso del abuso infantil,
cuenta Villa Machado, la entrevista se convierte en una mezcla de ciencia y
arte.
Existen también varias
herramientas que ayudan en la detección y diagnóstico de un caso de abuso
sexual infantil además de las preguntas: el juego y el dibujo. Con ellos muchas
veces el niño pone en evidencia lo que no verbaliza, con lo que dibujan y
pintan hacen lo que viven con el otro, representan su realidad.
En el asunto del abuso infantil, para Andrés
Herrera, el psicoanálisis revoluciona la cultura a pesar de ser una ciencia
nueva por el valor que se le da a la palabra. “Gracias al psicoanálisis se
habló en un primer momento de la sexualidad infantil. Eso generó revuelo y
escándalo. Freud fue condenado por eso (…) No sabemos si la pena de muerte o la
cadena perpetua sea medidas apropiadas, pero sí que esos hechos recientes son
como fantasmas que se despiertan en la sociedad ante actos tan viles. La
sociedad desde distintos puntos está llamada a reunirse y conversar, Lo que la
psicología contemporánea denomina como comité de ética, a deliberar sobre esos
temas y a hacer debate público, valerse de medios de comunicación para escuchar
distintas posiciones, hablar con médicos, psicólogos, psicoanalistas, abogados,
psiquiatras, padres de familia etc., para darle voz a los asuntos que por mucho
tiempo han estado reprimidos”, puntualiza.
Que se hable del problema, así sea desde
ignorancia, es beneficioso para nuestra sociedad, pero reconociendo que la responsabilidad
no es solamente de los violadores, sino hablando de sí mismos y desarrollando
una cultura de prevención y solidaridad inclusive con los victimarios. Al fin
de cuentas ellos también son seres humanos, y nuestros hermanos.
Creo que este tipo de noticias son de mucha utilidad para que muchas personas se percaten de una problemática que puede afectarnos a TODOS, a mi por ejemplo me impacto mucho, pero me hizo tomar conciencia de lo vulbevulner que son nuestros niños y lo mucho que hay que protegerlos.
ResponderEliminarTengo que felicitarte querido Gonzalo. Por mostrár claramente sin tapujos ese tipo de actos que suceden en todas las esquinas del planeta silenciadas aún hoy en día. Gracias a gente como tu sale a la luz escritos incómodos para una sociedad que prefiere simplemente mirar hacia otro lado. De tu más fiel admirador y seguidor. Tú José.
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