Una fantasía. Como la
del fanático que añora conocer su
ídolo, como la niña que se deleita con ver tras la vitrina la muñeca que la
desvela. Así era la pasión que Marcos sentía por el mar.
Marcos era un joven
citadino, muy del interior como dicen en la costa, un orgulloso oriundo de la
ciudad de
El clima de la
ciudad de Medellín siempre ha sido muy agradable; un promedio de 25 grados de
temperatura, no hace tanto frío como para llevar ropa sobre la ropa, ni tanto
calor como para estar sin nada puesto.
Sin embargo, este paisa descubrió que
cuando llegaba a Sopetrán, el pueblo de sus abuelos, antes de tomar un camión
hacia la vereda Guayabal, el sofoco del municipio más que un motivo de desazón
era un factor de bienestar.
Por esa razón no fue sorpresa que una de sus vacaciones preferidas fuera
una semana en Caucasia, Bajo cauca Antioqueño, se despertaba porque el aire
comenzaba a escasear y hasta su propia piel parecía estorbarle, todos sus días
fueron de tomar limonada fresca, caminar en pantaloneta, bañarse en el Río Man, sudar, sudar y escribir poemas
a los amores imposibles.
Marcos no sospechaba que en ese mismo lugar se gestaría un
verdadero amor platónico y a partir de ahí surgió el verdadero interés por las
tierras del caribe, por Macondo, por las plantaciones de banano, por las
mariposas amarillas, pero sobre todo, por el mar y ese universo completo que
alberga.
-No quiero morirme sin conocer el mar- Le escuché muchas veces musitar melancólico.
Y también quise llorar con él cuando presa de la depresión,
se ahogaba en su propio llanto, escuchando “Alfonsina y el Mar” de Mercedes Sosa,
queriendo vestirse de mar, (como Alfonsina) pero no en la playa La Perla, Mar del Plata, sino en las playas de
Cartagena.
Las diferentes versiones sobre la muerte de Alfonsina
Storni, lo confundieron hasta el punto que se desalentó en seguir sus huellas
ya que no había un consenso; la principal exégesis siempre ha sido que
Alfonsina a causa de un amor cayó en depresión por lo que se fue caminando
hacia el fondo del mar hasta morir. Marcos siempre se imaginó un final más siniestro:
Alfonsina tomó un bote, se llevó una
roca muy pesada, una soga, mar adentro se amarró la cuerda y se lanzó para no
salir a flote. Nunca le quise contar, aún él no lo sabe, que la poetisa sí
tenía depresión pero no por un amor sino por un cáncer que le fue
diagnosticado, se dirigió a un risco, lanzándose a las aguas para ser
encontrada dormida en la blanda arena de la playa.
Hace unos años, Marcos
me preguntó cuanto dinero necesitaba para ir a la costa.
-Setenta mil pesos - le dije
-Eso tengo-agregó
- ¿Pero cómo regresarás?
- No lo haré
En esos momentos comenzó hablar consigo mismo de modo que
yo alcanzara a oírlo.
-
El
problema es conseguir la canoa, la roca
y algo adicional a lo de Alfonsina; una botella de vino y un frasco de
pastillas.
-
Si
supieras que ella murió de una forma más sencilla, inmediatamente estarías
tomando el taxi rumbo a la Terminal del Norte. Eso sí lo dije mentalmente.
Esas ideas disparatadas se esfumaban junto con la depresión
momentánea, pero las palabras vino y pastillas hasta hace poco las oí pronunciar.
Estoy seguro que si en el paseo a Caucasia hubiera estado bajo una de esas crisis, sin
oponer resistencia se hubiese dejado arrastrar por el río.Talvez lo
encontraríamos yerto kilómetros adelante, o quizás nunca porque el río Man
desemboca en el Cauca y podía terminar cumpliendo su deseo de morar en las
profundidades del océano.
Cuando faltaban dos días para regresar a Medellín, nos fuimos para el río Man, y el
decidió atravesarlo y esta vez sin quererlo, casi muere vestido pero de agua
dulce. A pesar de ello, este fue un
viaje muy agradable y lo último que deseaba era morir. Lo que nacía en su ser era una pasión, dejó de sentir el
anhelo de dormir para siempre junto a los caracolas, para querer observar
peces de colores o conocer el mar
sólo para mirarlo y profesarle su amor. El no moriría sino que nacería la
alucinación por el agua salada, la brisa y las olas caribeñas.
Cuando le dije que íbamos para Coveñas, se quedó callado,
fingió no estar excesivamente interesado. No era inapetencia, fue la impresión
que no le permitió decir palabra, una
emoción muda que, amontonada, hinchaba su corazón.
Salimos a las 9:15 PM,
se estimaba un viaje por carretera de diez o doce horas.
Eran las tres de la mañana cuando pasábamos por la
población que le incitó a amar la costa y a desear con todas sus fuerzas estar
allá. Como nadie se bajaría, el autobús pasó de largo por Caucasía. A partir de
ahí Marcos no pegó los ojos por que aunque
no viera nada, miraba por la ventanilla y sabía que segundo a segundo se
aproximaba el momento del encuentro, del sueño hecho realidad.
4:15 A.M.
–
¡Planetarrica!
Grita el ayudante del bus.
Lo miro y me contagia la ternura de sus ojos grandes de
niño inquieto.
5:00 A.M.
-
¡Montería!
Observo
a Marcos como si solo hubieran pasado segundos, pero con más ansiedad.
-
¡Cereté!-
Sólo sé que ya es de día y que él sigue
despierto.
-
¡Lorica!-
No escuché pero el me despierta
7:20 A.M.
Sabemos que estamos muy cerca. Repentinamente una imagen
parece romper su alma cuando a través del vidrio se asoma él, majestuoso, vestido de gala como si también supiera de la
cita, inmenso, infinito.
-
Yo
no quería conocerlo desde un autobús- susurró Marcos.- Es como si los novios se
vieran antes de la boda.
-
Pues
haz de cuenta que él no te vio y cuando estén frente a frente, será como si
apenas se presentaran.
Así fue. Nos fuimos para el hotel. Nos preparábamos meticulosamente para la velada.
Llovió todo el día y como a las cinco de
la tarde era el momento.
Ahí estaba, el mar,
imponente pero como si también estuviera nervioso.
Mi amigo comenzó a caminar hacia él lentamente como si se
acercara lentamente al altar de una iglesia. Fueron esos ochenta metros más
largos que los cientos de kilómetros desde Medellín.
-
Mucho
gusto, Marcos - Le dijo al mar y este le respondió besándole los pies.
Al instante Marcos y el mar estaban
fundidos en un solo.
Ahora, como ésta es una relación a
distancia el alimento serán los recuerdos y la esperanza del reencuentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario